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Sociedad

Ya en el siglo pasado, psicólogos sociales como Wilhelm Reich y Erich Fromm otorgaban el diagnóstico de neurosis a la civilización occidental, pero ellos centraban su análisis en el comportamiento de las personas. Posteriormente ha habido psicólogos que han advertido que las grandes empresas se comportan como psicópatas, y hoy se hace más evidente que nunca el comportamiento neurótico de la Administración Biden que dirige al país más poderoso del planeta. ¿Por qué digo esto? El principal síntoma de la neurosis es la “fantasía catastrófica” y estamos viendo como desde la presidencia de los EEUU se elucubra sobre la posibilidad de una guerra entre China y Taiwán, cuando desde el propio Gobierno de Taiwán les están diciendo que son unos exagerados. La fantasía catastrófica en la neurosis es inconsciente, la persona no se da cuenta de que la está generando y de que su conducta responde a algo irreal, pero en el caso del Gobierno de los EEUU podría ser que si fuera consciente de lo que está haciendo y de que lo que pretenda sea justificar ante la población mundial y sobre todo ante los ciudadanos de su país la provocación a China para obligarla a responder militarmente, en dicho caso ya no sería suficiente con el diagnóstico de neurosis, sino que tendríamos que hablar de psicopatía, porque saben que su estrategia puede causar una catástrofe que bien implique o no al armamento nuclear llevaría a la extinción de millones de seres humanos y a un cataclismo para el planeta, y a pesar de ello deciden seguir adelante, simplemente porque no son capaces de soportar la pérdida del liderazgo de EEUU en la geopolítica internacional.

En Europa los líderes como Úrsula Von der Leyen y Pedro Sánchez están más preocupados por obtener un puesto en un organismo internacional como la OTAN, o la Unión Europea respectivamente, que en defender los intereses europeos y nacionales. En España se hace realidad aquel cuento de la viejecita que rezaba para que no se muriera el tirano, porque había pedido que se murieran los anteriores y el que venía después siempre era peor.

Me parece evidente que el sistema político de China que permite planificar a largo plazo, se basa en la meritocracia y elimina la corrupción, es mucho más eficiente que el de las democracias occidentales, plagadas de corrupción, donde los partidos políticos buscan su propio beneficio por encima del de la nación, se emplea dinero público con fines electoralistas, y no se tiene la capacidad de planificar más allá de los cuatro años que dura la legislatura. Esta es la causa principal del milagro de China, lo que unido a su expansión mediante unas relaciones comerciales en la que ambos países salen beneficiados y no se imponen criterios políticos, ha conseguido el apoyo de numerosas naciones en Asia, África y América Latina, asqueadas del liderazgo basado en la imposición bélica de los EEUU y sus aliados en la OTAN..

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