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Vital Tango

La meditación nos descubre dos dimensiones en nuestra conciencia, la dimensión del pensar y la del sentir. En la vida cotidiana necesitamos planificar nuestras acciones en función de unos objetivos y para ello hemos de estar en la dimensión del pensar, por lo que nuestro cerebro descarta, deja de prestar atención a múltiples percepciones que provienen de nuestro cuerpo; en cambio para meditar y para bailar necesitamos situarnos en la dimensión del sentir, pero para ello se requiere práctica.

En Occidente se ha popularizado la meditación sentado, pero en Oriente también se practica la meditación en movimiento, por ejemplo, en el budismo se da mucha importancia a la meditación caminando como un aprendizaje intermedio antes de llegar a extender el estado de meditación a todos los actos de la vida. Y un guerrero Sij puede estar luchando con su espada sin salir del estado de meditación.

Un aprendiz de Tango que nunca haya practicado la meditación y encima tenga que estar pendiente de interiorizar las técnicas propias del Tango lo tiene difícil para situarse en la dimensión del sentir, a no ser que se incorpore a la enseñanza la experiencia de la meditación como una forma de conectarse con el propio cuerpo, con la respiración y a partir de ahí llevar la atención a cada detalle del movimiento, logrando así bailar con atención plena.

Cuando se encuentran dos bailarines que están en atención plena no hay palabras para describir el disfrute, la comprensión y la fluidez del movimiento.

El baile en la milonga exige además, plena conciencia del espacio que rodea a la pareja para no colisionar con nadie, por lo que es diferente en el caso de la mujer que puede cerrar los ojos y confiar en su pareja, del cado del hombre que tiene que incluir en su sentir la percepción del espacio circundante, lo que nos lleva a los giros, una forma de baile que nos conecta con el Sufismo, una tradición mística del Oriente Próximo que utiliza la danza como forma de meditación. En este caso la meditación no sólo busca la atención plena, sino la trascendencia, en el Tango podríamos decir que desaparece el bailarin y sólo existe la pareja, el movimiento y la música.

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