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Sociedad

Sabemos desde hace décadas que el “Decrecimiento” es una necesidad para mitigar la contaminación y la extinción de especies, por ello, cuando veo que algunos intelectuales protestan por las reducciones al consumo que nos van a imponer en nombre de la Agenda 2030, me parece una reivindicación burguesa. En cambio, se podría argumentar que ¿por qué no se ha reducido la producción de plásticos y la utilización de pesticidas, los cuales serían fácilmente sustituibles por otras sustancias y materiales inocuos para el medio ambiente, cuando sabemos que estos productos son los responsables de la contaminación de la cadena trófica con exohormonas, tal vez porque estas nos dejan estériles y están obsesionados con la reducción de la población?

Y lo que sí es intolerable es que se hayan implementado medidas, en nombre de la Sanidad, que han provocado un incremento de la mortalidad de 40.000 personas en España. Como es intolerable que se pretenda introducir cadáveres de insectos en los alimentos preparados, sin advertir al consumidor de los riesgos para su salud.

Por lo demás, si se restringe la utilización del vehículo privado, o el consumo de prendas de vestir, o incluso de ciertos alimentos, si es por el bien del planeta, no veo inconveniente, ni voy a oponerme con argumentos de privación de libertad, pero que dichas restricciones se produzcan por igual en todos los estamentos sociales y que no lleguemos a la discriminación de que los pobres comamos grillo y los ricos solomillo.

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